Buscando la luz
El punto de partida de esta exposición se sitúa en el viaje que Eduardo Chillida realiza en 1963 por Grecia e Italia y que culmina en la Provenza Francesa.
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Gracias a este viaje por el Mediterráneo, descubre en “la luz y la arquitectura” un nuevo concepto para su investigación escultórica. Conceptos que, en cierto modo, Chillida había rechazado con anterioridad en dos ocasiones: al abandonar los estudios preparatorios para la carrera de arquitectura (1943- 1947) y, al comenzar a trabajar con el hierro en 1951 para superar sus primeras esculturas figurativas en yeso (1948-1949), inspiradas en la obra de Fidias y sus antecesores.
Como consecuencia de su viaje y atraído por el concepto paralelo de “luz y arquitectura” de la Grecia preclásica, Chillida escoge el alabastro, un material de cualidades traslúcidas, para crear Homenaje a Kandinsky (1965) y una serie de relieves y elogios a la luz y a la arquitectura. Posteriormente, esta búsqueda de la luz se traslada a otros materiales y técnicas en distintos momentos de su carrera, entendiendo la luz como elemento creador de espacios. De hecho, su producción alrededor de esta idea abarca desde delicados relieves en papel, porcelanas o pequeñas tierras, hasta monumentos públicos como el hormigón La casa de Goethe (1986) en Frankfurt o el proyecto para la montaña Tindaya (1995) en la isla de Fuerteventura. Al hilo de los proyectos a escala monumental, Chillida culmina su búsqueda con una serie de icónicas esculturas de la década de los 90, tituladas Buscando la luz, como la que preside la campa de entrada a Chillida Leku o el jardín exterior de la Pinacoteca Moderna de Múnich.