Gracias a este viaje por el Mediterráneo, descubre en “la luz y la arquitectura” un nuevo concepto para su investigación escultórica. Conceptos que, en cierto modo, Chillida había rechazado con anterioridad en dos ocasiones: al abandonar los estudios preparatorios para la carrera de arquitectura (1943- 1947) y, al comenzar a trabajar con el hierro en 1951 para superar sus primeras esculturas figurativas en yeso (1948-1949), inspiradas en la obra de Fidias y sus antecesores.
Como consecuencia de su viaje y atraído por el concepto paralelo de “luz y arquitectura” de la Grecia preclásica, Chillida escoge el alabastro, un material de cualidades traslúcidas, para crear Homenaje a Kandinsky (1965) y una serie de relieves y elogios a la luz y a la arquitectura.